Fuente : http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=288959&id_seccion=10
Los lugareños bautizaron a un barrio como San Miguel de los Gringos. Hay inmuebles de todo precio.
Las montañas, las lagunas, los volcanes… de la serranía cautivaron al canadiense Mountain Brownrigg.
Él llegó de visita a Cotacachi, en Imbabura, y le gustaron la hospitalidad de los indígenas, la música folclórica, los baños de sanación y el entorno natural.
Brownrigg retornó a su país y al poco tiempo regresó para quedarse en Cotacachi, junto con su esposa Diane.
Hace cuatro meses, el extranjero compró una vivienda campestre en la comunidad indígena de San Miguel. En esta zona se construyeron dos conjuntos exclusivos para foráneos, hace tres años.
Los lugareños bautizaron al sitio como San Miguel de los Gringos. Con frecuencia, los extranjeros se reúnen, charlan, pasean y admiran el entorno natural.
“Es asombroso. La imponente naturaleza transmite una paz incomparable. Las lagunas son únicas”, asegura Brownrigg.
Nancy Hannigan, otra canadiense, llegó hace dos semanas y compró una casa en el mismo conjunto. Hannigan y Brownrigg son parte de los 150 jubilados de Estados Unidos y Canadá que están radicados en Cotacachi.
Los vecinos cuentan que antes los norteamericanos arrendaban departamentos para pasar la temporada de vacaciones, pero ahora prefieren comprar las casas.
Marcelo Peñafiel conformó una compañía de bienes raíces y oferta casas de estilo europeo, construidas con adobe. Él se contacta con conocidos suyos que viven en el exterior, quienes le ayudan a encontrar potenciales clientes.
Además, con la ayuda de un equipo de abogados asesora a los extranjeros y les ayuda a tramitar la visa de residentes.
A lo largo de las calles 10 de Agosto y Rocafuerte también se construyen departamentos y casas para extranjeros.
El albañil Jorge Quilumbaquí ya participa en su tercer proyecto de vivienda en Cotacachi. Reconoce que en los dos últimos años no le ha faltado trabajo, porque ha sido tomado en cuenta para los proyectos Primavera 1, 2 y 3.
“En el Primavera 2, un extranjero, cuyo nombre no recuerdo, compró seis departamentos. El costo de cada uno fue de USD 35 000”, comenta.
No solo en el área de la construcción hay ventajas. “Los jubilados reciben la visita de sus familiares, quienes se hospedan en hoteles, van a restaurantes y visitan los sitios turísticos”, dice Amílcar Proaño, residente en Cotacachi.
Cada viernes en el Rancho Santa Fe se reúnen grupos de hasta 10 extranjeros. Andrea Cerpa, empleada de esa hostería, da fe de que hay turistas que van de paseo, regresan a sus países y después de unos meses vuelven para quedarse definitivamente.
Alivia Calderón también encontró una fuente de ingresos. Ella dicta clases de español a los extranjeros. “Ellos son buenas personas, muy generosas y de buen humor”.
La presencia de las familias extranjeras también incide en la venta de artesanía, prendas de vestir elaboradas en cuero, adornos... En los locales de la ciudad es fácil encontrarse con rótulos escritos en inglés y en español, en los cuales se anuncian las ofertas y los precios.
Peñafiel comenta que es una oportunidad para hacer negocios y a la vez ofertar lo que se tiene en el país. “El sacrificio de los extranjeros es abandonar su país, su familia, pero acá se sienten a gusto por el clima, la tranquilidad y la fraternidad de la gente”.
Brownrigg recibió los baños de sanación de los chamanes de Ilumán. Cada mañana hace meditación e invita a sus amigos para que visiten Cotacachi. Él siempre está en contacto, a través de la Internet, con sus familiares.
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