Los usuarios de videojuegos llevan mucho tiempo arrastrando una mala fama que no les corresponde. Según un estudio, su vida es más sana que la del resto: beben, fuman y consumen menos drogas.
No son drogadictos ni asesinos en serie. Tampoco juegan a solas con la botella de whisky al lado. Los videojugadores son personas normales y corrientes. Ni más ni menos. Según el estudio Hábitos de consumo de drogas, alcohol y tabaco entre videojugadores y no videojugadores, presentado ayer en la Universidad Complutense de Madrid, los primeros consumen menos alcohol, droga y tabaco que los segundos. El informe asegura que “los videojuegos están escasamente asociados con hábitos no saludables, sobre todo en lo relativo a drogas y alcohol”.
La causa es evidente para los expertos: los niveles de atención, destreza y superación personal que requieren los videojuegos alejan a los usuarios de estos hábitos de excitación externa una vez experimentada la novedad. Así lo señaló Antonio García Martínez, profesor titular de la UCM y director del informe, realizado con la colaboración de la Asociación Española de Videojugadores: “El ocio de los videojuegos parece ser suficientemente gratificante en sí mismo, y la concentración que requiere puede ser un factor que aparte del consumo de estas sustancias mientras se juega”.
Por su parte, el presidente de la Asociación Española de Videojugadores, Julio Ignacio Ruiz, destacó que “los videojugadores beben igualmente y consumen diferentes tipos de drogas, son personas normales que no están aisladas de los hábitos generales, pero sí queremos resaltar la tendencia a no consumirlas que existe entre ellos”. Aún así, Ruiz quiso matizar que “aunque no existe una relación directa entre el no consumo de drogas, alcohol y tabaco y los videojugadores, tampoco podemos establecer que los usuarios de videojuegos están por defecto aislados de estos hábitos”.
Otra adicción, más estudios
Lo que no aclara el estudio, según algunos expertos, es si los videojuegos pueden clasificarse como una adicción tan o más fuerte que las drogas, el tabaco o el alcohol. Una hipótesis que sostiene un reciente informe alemán. “Las reacciones cerebrales de las personas que juegan en exceso con videojuegos son similares a las de los alcohólicos o los adictos al cannabis”, asegura Ralf Thalemann, del Instituto de Medicina Psicológica de la Universidad Charité de Berlín y director de dicho estudio.
Según éste, si los jugadores de videojuegos someten al cerebro de forma continua a ciertos estímulos de recompensa que causan la liberación de cantidades crecientes de un neurotransmisor (dopamina), se crea “una memoria de la adicción” que tiene efecto en la actividad cerebral. Así que... ¿para qué buscar otras adicciónes?
Simuladores de la vida real que crean conciencia
Aunque para algunos sean una adicción, para otros son una herramienta de agitación de conciencia social.
Los creadores de ‘Escape from Woomera’, el primer ‘videojuego social’ de la historia, tenían claro su objetivo: concienciar a la sociedad a través de los videojuegos, un producto que une el ocio con las nuevas tecnologías y que causa furor entre los jóvenes. “Pocos australianos conocían la existencia de los campos de acogida de inmigrantes y las estrictas medidas por las que se rigen”, explican.
‘Escape from Woomera’ levantó ampollas en el Gobierno australiano, que canceló el presupuesto dedicado a las artes digitales nacionales.
El ministro de Inmigración, Philip Ruddock, dedicó unas palabras al controvertido videojuego: “Nadie escapa de mis centros de detención”.
Los ‘videojuegos sociales’ son las nuevas herramientas con las que diferentes colectivos intentan concienciar a la sociedad sobre las penurias del Tercer Mundo o sobre los abusos que algunos gobernantes realizan en sus países. Otros ejemplos son ‘9/11 survivor’, sobre el 11-S, en EEUU; o ‘Bordergames’, que trata la inmigración en España.
Según los expertos, la capacidad de los videojuegos para simular hechos reales les convierte en una herramienta poderosa para interactuar con las situaciones presentes. “Los videojuegos generan reacciones muy fuertes, sobre todo porque son muy nuevos, pero también porque nuestra cultura todavía necesita aprender cómo tratar con la simulación”, explica el especialista en videojuegos de la Universidad de Información Tecnológica de Copenhague, Gonzalo Frasca.
Para este experto, los juegos son un pequeño laboratorio para jugar con las esperanzas, miedos e ideales de cada uno: “Los niños aprenden mucho sobre el mundo a través del juego. No hay ninguna razón por la que los adultos deberíamos dejar de hacerlo cuando vamos creciendo”.
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