MADRID.- Convertir células de la piel en vasos sanguíneos e implantarlos en el propio cuerpo sin que el organismo note la diferencia. Suena casi a ciencia ficción, pero los resultados preliminares de un estudio realizado por científicos estadounidenses y argentinos muestran que es posible.
Este equipo ha conseguido crear por primera vez arterias y venas a partir del tejido de la dermis de un individuo de forma exclusiva, sin utilizar ningún material sintético, y las han colocado en el organismo con éxito, según explican los directores del proyecto en la revista 'The New England Journal of Medicine'.
De momento, la técnica se ha probado de forma experimental en apenas una decena de personas, aunque sus creadores remarcan que sus resultados son prometedores.
Podría ayudar en el futuro a pacientes coronarios, diabéticos o con cardiopatías congénitas porque permite sustituir un vaso dañado u obstruido por un nuevo conducto completamente sano. Además, se elimina el problema del rechazo que a veces se produce con implantes artificiales, ya que el 100% del nuevo tejido se genera con células del propio paciente.
La creadora de estos 'neovasos', como los denominan sus artífices, es la empresa californiana Cytograft Tissue Engineering.
"Producir vasos sanguíneos completamente biológicos que puedan soportar la presión arterial es un hito importante que se ha escapado a la ingeniería tisular cardiovascular durante 25 años", explica a elmundo.es Nicolas L'Hereux, director científico de la compañía estadounidense.
"Nuestra tecnología ofrece una perspectiva completamente nueva en este área demostrando que el viejo dogma que afirmaba que es necesario incluir biomateriales sintéticos para producir tejidos y órganos no es cierto", añade.
Un equipo de cardiólogos argentinos ha sido el primero en probar la eficacia de esta técnica en humanos. Sus resultados son satisfactorios.
"Estamos muy conformes. Se trata de un primer paso muy importante para un gran número de pacientes para los que, hoy en día, muchas veces uno no tiene nada que ofrecer", explica, vía telefónica, Luis de la Fuente, cardiólogo del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, quien ha dirigido la investigación.
Pacientes con problemas renales
Su equipo evaluó, en un primer momento, la validez de la técnica en un grupo de 10 personas con problemas renales que necesitaban someterse a diálisis alrededor de tres veces a la semana y presentaban complicaciones para recibir este tratamiento.
Generalmente, a este tipo de pacientes se les realiza una intervención para intercomunicar una arteria y una vena que circulan por el antebrazo. Este nexo se utiliza para conectar al enfermo a la máquina de diálisis a través de punciones, pero los pinchazos constantes pueden provocar algún problema o infección en la zona, por lo que a veces es necesario repetir la intervención. Sin embargo, en este caso, en vez de volver a operar, los investigadores quisieron comprobar cómo se comportaban los 'neovasos'.
A través de anestesia general, introdujeron un conducto de aproximadamente seis milímetros de diámetro en cada paciente y realizaron un seguimiento de su evolución a través de técnicas de imagen.
De momento, tienen datos de seis de los participantes, aunque no cuentan con mucha información sobre su evolución. Los análisis de una paciente que estuvo 13 meses con el 'neovaso' sin ningún problema antes de recibir un trasplante de riñón son sus referencias a más largo plazo.
"En nuestros análisis hemos encontrado evidencias de que ha funcionado como un vaso sanguíneo natural", explica de De la Fuente. "Y eso teniendo en cuenta que los sometimos a un test muy duro, ya que cada paciente recibió cientos de punciones para recibir la diálisis", añade.
El futuro
El siguiente paso de la investigación se realizará en pacientes con problemas de circulación en las extremidades inferiores, según explica este especialista que no puede evitar pensar en el futuro.
"El tiempo irá dando las indicaciones para las que la técnica puede ser útil, pero se adivina como importante para mucha gente con diabetes o enfermedad isquémica". Los diabéticos con graves complicaciones o las personas que sufren una cardiopatía congénita son otros de los grupos de pacientes que este experto cita como potenciales.
"También estamos buscando su uso pediátrico, donde creemos que un injerto completamente biológico podría proporcionar grandes ventajas", apunta L'Hereux. "De hecho, el uso de materiales sintéticos en la cirugía pediátrica es problemático porque los injertos no pueden crecer con el niño y se necesita repetir las operación a lo largo del desarrollo del pequeño. En contraste, creemos que un implante completamente biológico podría crecer con el pequeño", aclara.
Cómo se genera un 'neovaso'
Para generar un 'neovaso' es necesario realizar una pequeña incisión en el dorso de la mano del paciente para extraer tejido del tamaño de un lunar con células de la dermis y un pedazo de vena que circula por la zona.
De la piel, se extraen los fibroblastos, el tejido de sostén, y se colocan en una placa de forma cilíndrica donde se van enrollando y cultivando durante seis meses.
Por otra parte, de la vena se extraen células endoteliales que se implantan sobre los fibroblastos unos ocho días antes de que el conjunto esté listo.
"Se arma como si fuera un cigarro y podemos conseguir que tenga diferentes tamaños", explica De la Fuente.
"El resultado es prácticamente un nuevo vaso, como si fuera natural, que es capaz de tolerar la misma tensión que una arteria y tiene la misma resistencia que una vena", aclara. "Es solo el primer paso, pero tiene mucho futuro", concluye.
miércoles, 10 de octubre de 2007
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