lunes, 29 de octubre de 2007

Soda Stereo jugó a la seducción en Ecuador (fuente elcomercio.com seccion cultura )



El show del trío Soda Stereo convenció a más de 30 000 fans, en el estadio Alberto Spencer de Guayaquil. Los problemas técnicos no opacaron la calidad musical.

las 21:30, las primeras notas de Juegos de seducción arrancaron el primer grito colectivo. Cerati respondió “¡Guayaquil carajo!” y el público inició el tema “¡1, 2, 3, 4!”... Las cuatro pantallas para mostrar el show en las localidades de tribuna, cancha, preferencia y general no cumplieron su labor sino hasta pasadas las 22: 00.

Aun así, Soda tenía la solución en el primer tema de la velada: “La imaginación esta noche todo lo puede. Te llevaré hasta el extremo, te llevaré, abrázame, este es el juego de seducción”. Un juego al que los 30 000 fans que llegaron al estadio Alberto Spencer se entregaron desde el principio.

El problema que retrasó el inicio del show fue ocasionado, según Diego Jara, de Team Producciones, porque uno de los 18 generadores para el show se averió mientras el grupo guayaquileño Lemon Pie cantaba su segundo tema, ‘I have don’t stop’. El daño obligó a resetear las computadoras y el proceso tardó, debido a lo pesado del software usado para el show.

Sin embargo, Soda Stereo se defiende solo con su música. El espectáculo brilló pese al inconveniente. Sobre todo con la actitud del grupo que, aunque lamentó el que no se haya podido arrancar el show con la proyección en pantallas, fue bastante distendida y de comunicación constante con el público. Esta fue la marca del show también para dos ‘sodamaníacos’ convencidos.

El actor Fernando Villarroel y su amigo Juan Carlos Macio vieron los tres recitales de Soda Stereo en Buenos Aires, donde se inició la gira. Para Villarroel, Soda Stereo “es el mejor grupo que ha existido en Latinoamérica” y lamentó el problema técnico porque considera que el 70% del público no pudo apreciar el show en su total magnitud. A su parecer, aunque el problema se solucionó, la resolución no ayudó para que el show alcanzara visualmente la fuerza de los tres que vio en Buenos Aires.

Sin embargo, ambos coinciden en que vieron a un Cerati mucho más suelto. “El ‘feelling’ de ellos tres (Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio) estuvo más arriba”, afirma Macio, quizá porque la presión del primer show juntos luego de 10 años de ausencia había desaparecido.

Totalmente cómodo, el trío tocó por dos horas y media por una simple razón: “Nos quedamos acá porque está buena la noche y aparte después nos vamos de joda, ¿qué otra cosa puedo hacer?”.

Telequinesis, Telarañas, Pic nic en el cuarto B, Caja negra, Trátame suavemente, Persiana americana, En el séptimo día, Disco eterno, De música ligera, Un millón de años luz, un mix de Zoom y Cuando pase el temblor con toque reggaetonero fueron solo parte de la noche. También estuvo El rito, una recuperación para el repertorio de la gira. Guayaquil vio el reestreno mundial del tema .

Los acompañaron Tweety González (considerado el cuarto Soda), Leandro Fresco y Leo García. Pero las sorpresas de un escenario impactante y de un amplio repertorio se completaron con la actuación del ex tecladista de la banda (“¡Qué buen reencuentro!”, dijo Cerati). Daniel Sais vive en Guayaquil y fue vitoreado por el público al acompañar el tema Prófugos.

Soda cantó, se entregó y convenció. Primavera cero y Fue sobresalieron en la magistral escenografía de Martin Phillips. El público, con una mayoría de guayaquileños, cuencanos y quiteños, salió cansado, pero contento, con dos perlas más para en cierre ideal: Zona de promesas y Nada personal.

La cancha fue colchón de siesta

A varios guayaquileños, la realidad se les dio la vuelta. “Como si nosotros hubiéramos ido”, decían, rodeados por cuencanos y quiteños. Las filas para oír a Soda Stereo a las 20:30 empezaron antes del mediodía en las afueras del Alberto Spencer. A las15:00 abrieron las puertas con control policial.

Ya en la cancha, los tempraneros disfrutaron la siesta en colchón de césped; los cuerpos, desparramados, protegían un territorio precioso. Un piquete se pintó el logo de ‘Me verás volver’, con esfero, en la espalada. Un fan pedía en su camiseta: “Despiértame cuando pase el reggaetón”.

El mal humor casi revienta a 40 minutos de la hora anunciada, cuando volaban objetos a la torre de controles. Pero a las 21:30 empezó otra historia. Buen sonido y un gran espectáculo visual, pese a la mala calidad de las pantallas, bastaron. El césped era una pista para saltar, bailar y cantar.

Los vendedores hacían su agosto con botellas de agua a USD 1 (afuera eran a USD 0,25). Un grupo quiteño rogaba cerveza: las ‘bielas’, pocas y caras, aparecieron, como la generosidad de los que colaron alguna caminera.

Tres largas horas después la gente salía. Nada personal, pero ser un hombre al agua en esa noche de música ligera los llevó a un millón de años luz de casa...

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