La bibliografía de Diana de Gales se centra especialmente en su vida sentimental. James Hewitt habla en primera persona en su libro Princesa in Love porque él es la contraparte del
texto donde narra una relación que duró cinco años.
Tina Brown, la editora de Vanity Fair, en su libro Crónicas de Diana, rompe el mito de la princesa del pueblo, al presentarla como una mujer manipuladora y hostigadora, quien en el primer año de casada ya había tenido una aventura extramatrimonial con su guardaespaldas, Barry Mannakee.
En la lista de amantes, Brown también agrega a James Gilby, Oliver Hoare, Philip Dunne y Will Carling.
Para entender a Diana hay que profundizar en su verdadera personalidad que, sin duda, influyó en el modo de relacionarse con los demás y en lo que esperaba del amor.
Simone Simons, en Diana: la última palabra, especula sobre la azarosa e inconforme vida sentimental de la princesa y afirma que entre ella y John Kennedy Jr, hubo un affair.
Quien fuera una niña tímida e insegura, depositó, casi de una manera inocente, su confianza en aquellos que le ofrecían afecto, lo que la llevó a cometer errores.
La mujer más fotografiada del mundo no pudo encontrar la felicidad en el matrimonio, aunque llegó a él enamorada, tampoco puede afirmarse que la inestabilidad sentimental que marcó su vida provino exclusivamente de la decepción que originó la traición de Carlos.
Su autoestima no fue muy alta, pues se consideraba una chica tonta, por lo tanto poco comunicativa y algo tímida.
Richard Dale, director del documental La muerte de Lady Di, después de haber mantenido contacto con amigos claves del entorno de Diana, asegura que fue una esposa despreciada y una amorosa madre.
En los hombres buscó refugio, reconocimiento y gratificación. Quiso demostrar que era un mujer fuerte y apasionada. Se entregó por entero a la prensa en una relación que no pudo dominar.
El príncipe azul
Carlos representa el primer gran amor. Se conocieron en 1977, cuando Diana contaba con 17 años. Se casaron cuatro años después. Carlos, poco atractivo a los medios, protagonizó el primer cuento de hadas mediático del siglo XX . No brilló por sí mismo, sólo reflejaba la luz de la princesa, quien suministró un nuevo heredero a la corona para perpetuar la monarquía. Su falta de decisión y valentía lo transmuta en villano.
Diana convierte a los medios en los confidentes de sus intimidades, declaraciones con sabor a venganza contra Carlos y la monarquía.
En busca de protección
La indiferencia y soledad llevan a la princesa de Gales hasta los brazos de Barry Mannakee, un oficial del servicio real de protección, quien es asignado como guardaespaldas. Barry era un hombre casado, 13 años mayor que ella. Posteriormente es transferido a trabajar con diplomáticos y en 1987 muere en un accidente automovilístico. Carlos es quien comunica a Diana su muerte.
"Todo el tiempo yo era como una niñita frente a él. Desesperada para que me elogiara, yo siempre estaba dando vueltas, tratando de verlo" declaró a los medios Lady Di. Palabras que reflejaban su necesidad de reconocimiento.
Cartas vendidas
En esa búsqueda desesperada de encontrar a u hombre que no la defraudara apareció el capitán del Ejército James Hewitt. Diana se encontraba el plena crisis de bulimia.
Hewitt se convierte en su profesor de equitación, comienza a consolarla y escucha sus confidencias hasta que en 1985 se hacen amantes. El regimiento de Hewitt fue destinado a Alemania durante dos años y de allí pasó a servir en la Guerra del Golfo. La relación se prolongó hasta 1990, e incluso se dijo Hewitt era el verdadero padre del príncipe Harry, algo que quedó desmentido gracias a una prueba de ADN.
Un romance que dio origen a 36 apasionadas cartas que despertaron la ambición del dinero en Hewitt, pues botó por la borda los escrúpulos, después de no aprobar el examen de ascenso a mayor. Vende al mejor postor la romántica correspondencia y así suma ceros a su chequera. Este acto le valió el odio de los seguidores de la princesa. Hewitt reconoció públicamente que no olvidaría nunca esos años tan especiales que vivió con Diana.
Al empresario James Gilbey la corta relación con Diana le costó su matrimonio, al difundirse las conversaciones telefónicas entre los dos.
El amor verdadero
Cada vez más famosa y más sola, Diana necesitaba de un hombre que no le fallara. A través de una amiga conoce en 1995 al cardiólogo Hasnat Khan, un paquistaní que alcanzó la categoría de verdadero amor. Él la llamaba doctora Allegra. Dicen que fue amor a primera vista.
Guillermo y Harry lo conocieron. Ni el destino, ni los padres de Khan permitieron consolidar ese amor, que quizás no habría sido duradero debido al apego del médico a sus tradiciones.
Khan, de aire descuidado, nació hace 49 años, y a pesar de rechazar a Diana por detestar su estilo de vida, quizás haya sido el de más nobles sentimientos, ha guardado absoluto silencio sobre la relación. Aficionado a la comida rápida, rompía con el glamour de Lady Di. El año pasado contrajo matrimonio con la médico Hadia Sher Ali.
Los brazos de la muerte
Voy a asombrar al mundo. Palabras premonitorias y retadoras de la dolorida Diana, y aparecieron sus fotos con Dodi Al Fayed, millonario egipcio hijo del dueño de Harrods. Su verdadero nombre era Emad El-Din Mohamed Abdel Moneim Fayed. Estudió en Suiza. Se dedicó a la producción cinematográfica. Amaba el mundo de las celebridades y el lujo. Fue novio de Barbra Streisand. Con Diana logró una de sus aspiraciones, la fama. Mohamed, el padre de Dodi, a quien se le había negado en varias oportunidades el pasaporte británico, vio en esta relación un camino seguro para conseguirlo, aunque el destino fue más hábil.
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