sábado, 23 de junio de 2007

BEN HUR Mi Segunda Pelicula Favorita




Ben-Hur es la historia ficticia de Judah Ben-Hur, un aristócrata de Judea que durante el reinado del emperador romano Augusto es esclavizado a causa de la traición de su amigo romano Messala. Originalmente una novela de Lewis Wallace de 1880, la historia se ha adaptado para el cine numerosas veces.

La acción transcurre en Palestina, el año 30. Roma, dueña y señora del mundo conocido, gobierna con mano de hierro sus vastos territorios, entre ellos la misma Palestina, sometiendo con dureza a sus moradores. Éstos desean con ansia la llegada de un nuevo Mesías que liberará al pueblo judío del yugo romano. Entre ellos Judá Ben-Hur, un príncipe rico que comercia con especias desde Oriente a Roma. Un hombre respetado y creyente en la fe de su pueblo y su Dios.

Sin embargo, los tiempos están revueltos y se teme una revuelta violenta contra el poder romano, a lo cual Roma responde con el envío de dos legiones al mando del nuevo jefe militar, Messala, antiguo amigo de la infancia de Ben-Hur.

Judá ve en Messala a un amigo y también una posibilidad de cambio para su pueblo, una esperanza para el entendimiento y el respeto. Por el contrario, Messala ve a su viejo amigo como el hombre que "señalará" a los enemigos judíos de Roma por su pasada amistad. Sin embargo, Judá se niega al trato y Messala, encolerizado, rompe la relación.

Ben-Hur, temeroso de su amigo el tribuno, sabe que tendrá que tener cuidado de ahora en adelante. Pero vendrá un golpe de mala suerte: Su hermana se apoya en el borde de la azotea y una piedra se desprende al paso de la comitiva provocando que el gobernador se golpee al caer junto con su caballo y este incidente, pese a ser accidental, le hace prisionero de su antiguo amigo, que le acusa de atentar contra el nuevo gobernador de Palestina, [Valerio Grato]. Judá es enviado al puerto de Tiro, sin juicio, como remero de galeras. Ben-Hur jura vengarse de Messala aunque ello le lleve toda la vida.

En su viaje al puerto, Judá conocerá a Jesús, quien le dará agua. Ya en la galera, Ben-Hur conocerá a Quinto Arrio, primer Cónsul de Roma, al que salvará la vida en una batalla en la que la galera se hunde. Como gratitud hacia Judá, Quinto Arrio le adoptará como hijo suyo, con lo que obtiene riquezas y títulos. Sin embargo, a pesar de las riquezas, del poder y de la gloria de Roma, Ben-Hur sabe que tiene un juramento que cumplir y que no puede esperar más tiempo. Es la hora de la venganza...

En su camino a Jerusalén, Ben-Hur conocerá a Baltasar, y al Sheik Ilderim, un comerciante árabe. De Baltasar aprenderá que hay alguien en quien creer, un Mesías, hijo de Dios, que liberará a los hombres de su ira y su odio. Por el contrario, de Sheik descubrirá que Messala participa en las carreras de cuádrigas y, en la arena del circo, la muerte no es un delito...

Alimentado por su odio, Judá reta a Messala en las carreras y por otro lado, busca a su madre y hermana. Al regresar a Jerusalén, descubre que todo lo que había conocido había quedado reducido a ruinas, que su familia había desaparecido y que la única explicación que tenía era de la hija de un esclavo suyo, llamada Esther, a quien Judá amaba profundamente.

Tras condenar a Judá a las galeras, Messala no sólo había confiscado todos los bienes de Ben-Hur sino que se ensañó con su madre y hermana encerrándolas en los calabozos. Con la nueva llegada de Judá y su reto, Messala, tenso, mandó buscar a la familia de Judá. Para su sorpresa, tantos años en una celda inmunda en los recónditos calabozos habían hecho que enfermaran de lepra...

Judá, lleno de cólera y odio en su interior, se debate interiormente entre su venganza hacía su verdugo y su antigua amistad de la infancia. Pero Judá sabe que Messala no va a cambiar y que su única opción de resarcirse es poder ver su cuerpo mutilado y maltrecho en la arena del circo. Para ello, correrá la carrera de cuádrigas. Ahí vencerá a Messala, quien terminará cayéndose de su carro, y siendo atropellado y pisoteado por otro. Con el cuerpo ensangrentado, estará condenado definitivamente a su muerte. Esta escena de la carrera de cuádrigas es una de las más famosas de la historia del cine. Messala, en un último aliento le comunica que su madre y su hermana están vivas, pero que están en el valle de los leprosos. Por lo tanto, como Judá sabe, están condenadas a una muerte lenta y horrible.

Judá, desolado, recorre las calles de Jerusalén con su madre, su hermana, y Esther. Él accede al requerimiento insistente de ésta para que sean sanadas por el Rabí de Galilea, al que ha escuchado predicar y obrar maravillas, mientras una procesión de gente acompaña a gritos la marcha de los nuevos crucificados, entre ellos un hombre que una vez dio de beber a nuestro héroe. Ben-Hur, como agradecimiento, le devuelve su ayuda con agua y un poco de aliento en su pesada carga.

Este encuentro, y el presenciar después la crucifixión del hombre que un día le salvó de morir, harán que Judá encuentre la paz y mitigue su ira a través del perdón. Regresa aún bajo la catarsis de lo que ha presenciado cuando ve que su hermana y su madre han sanado milagrosamente. ¡Ha ocurrido el milagro! Y fundidos en un gran abrazo, se desborda la alegría.

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