Al hacer un balance de su primer año de Gobierno, Correa advierte sobre graves conflictos políticos. El Presidente dice que cierta prensa pretende proyectar una imagen suya de hombre perverso y de mala fe.
Ha pasado un año desde que asumió el poder. ¿No cree que las cosas sucedieron de una forma más vertiginosa de lo pensado?
Es verdad que no parece un año sino 10, pero las cosas salieron como las habíamos planificado: la consulta popular, la Asamblea Constituyente. Tal vez lo más duro de vencer es la burocracia que no tiene sentido de la urgencia.
Pero no todo puede salir tan rápido como se quisiera.
Hasta ahora nos ha ido muy bien. El país no tiene sentido de lo importante y los pocos que tienen sentido de lo importante no tienen sentido de la urgencia. Por ejemplo: este es un país rico en cuencas hidrográficas pero apenas el 48% de su generación eléctrica viene de fuentes hídricas. Entonces, pocos tienen clara la importancia de construir esas hidroeléctricas pero menos aún la importancia y la urgencia. Cada año que no tenemos Coca-Codo-Sinclair el país pierde USD 500 millones por importar diésel. Créame, el loco no soy yo, sino quienes no tienen el sentido de la urgencia.
¿Ese sentido de la urgencia lo llevó a acabar con la oposición política en un año?
Yo no la he acabado. La acabó el pueblo ecuatoriano. Es gracioso porque ustedes dicen que Correa concentró todos los poderes, que no tiene oposición…
¿Y no es verdad?
Yo tengo una oposición mucho más desarrollada que en cualquier país desarrollado. La oposición no se expresa acá a través de partidos políticos, sino a través de grupos de poder. Vea la posición de las cámaras, de la Banca, de ciertos medios de comunicación.
Entonces, ¿cómo debe ser?
La oposición debe apoyar en ciertas cosas y tratar de lograr, en los puntos de divergencia, una síntesis superior a la tesis y a la antítesis. Eso es lo que ocurre al interior de Alianza País. Usted podrá ver que entre los asambleístas de Acuerdo País, existe lo que en otros países se llama oposición.
¿Cree que el equilibrio de poderes es una condición de la democracia?
Sí, pero cuidado me sacan esto de contexto: en América Latina se ha malentendido ese equilibrio de poderes con una oposición cavernaria que ha inmovilizado a los países. Ese sistema de equilibrio es correcto siempre y cuando cada uno de esos poderes tenga que rendir cuentas al mandante, que es el ciudadano. Es decir, si un Congreso se pasa obstruyendo al Ejecutivo ya no hay equilibrio de poderes, sino obstrucción. Solo cuando haya rendición de cuentas habrá el sistema de equilibrios de poderes de Montesquieu.
¿Cuándo va a llegar ese equilibrio al Ecuador?
Estamos en un proceso constituyente de transición para llegar a una verdadera democracia con un ejercicio de equilibrio de poderes donde todos tengamos que responder al mandante. Y si un poder está obstruyendo al otro, el mandante podrá decir: ‘o cambias de actitud o te vas a la casa’.
¿Qué sistema político es el ideal para Rafael Correa?
La democracia liberal occidental que existe desde la época de Montesquieu o Tocqueville. Pero insisto: si usted lee a Alexis de Tocqueville, en su obra ‘Democracia en América’, verá que lo primero que dice es que lo que más le sorprendió es la igualdad social y económica que hay en América. Las democracias formales no sirven mientras no haya esas transformaciones de fondo.
¿Cuáles transformaciones?
Algo de igualdad y eso también buscamos.
Pero ese modelo liberal demanda tolerancia y usted no es tolerante con quienes no coinciden con sus ideas.
Soy impaciente y eso se confunde con intolerante. Pero ¿en qué se ha expresado la intolerancia durante este Gobierno?
En su forma de descalificar a quien no coincide con Ud.
Y yo le pregunto ¿no hay periodistas que me descalifican todos los días y en términos bastante groseros? La tolerancia significa que se respete el derecho de expresión del otro, pero yo también tengo el derecho a responder.
Pero su estilo es el de la constante descalificación.
Eso no es cierto. Hay gente con la que no comparto criterios y somos grandes amigos. En Alianza País hay gente que no concuerda conmigo y me hacen retroceder.
¿Qué le impacienta?
La mediocridad, la mala fe y que no se reconozca esa mediocridad. Lo malsano, y eso ustedes tienen que reconocer, es que intentan demostrar que el Presidente es una mala persona. Dicen que en Dayuma estuve atrás de la represión y que mandé a dar palo a humildes campesinos, cuando lo que hicimos es desbloquear un camino, proteger los pozos petroleros y nos recibieron con dinamita.
Hay quienes quieren retratar al Presidente como un perverso de mala fe. Soy una buena persona.
¿Si hubiera partidos políticos fuertes, usted se olvidaría de la prensa?
Probablemente, porque con la debacle de los partidos el rol de éstos los ha asumido la prensa. La prensa es un actor político en este país y hay medios de comunicación que, abiertamente, están en contra del Gobierno.
¿Cuál es el ideal de prensa que tiene Rafael Correa?
Una que informe objetivamente, que cuando se equivoque rectifique y que cuando opine diga esto es opinión. Ah, y que no confundan opinión con patente de corso para decir cualquier cosa. Yo puedo opinar, puedo decir no me gusta su reforma tributaria dando argumentos que se basan en hechos que no son mentiras.
Parece que usted se siente como el único intérprete de la verdad.
Esa es la imagen que ustedes quieren dar, pero no es cierto. Soy un académico y mi principio es socrático: solo sé que nada sé. Busco la verdad honestamente pero soy un tipo vehemente. Defiendo mis principios y mis ideas hasta que me demuestren que estoy equivocado. Ahí agradezco.
¿Alguien lo ha convencido durante este año que está equivocado?
Todos los días en mi equipo de trabajo. Ustedes manejan versiones de que tengo a gente servil que me tiene miedo. Pregúntele a Vinicio (Alvarado) cuántas veces me ha dicho “la embarraste”. Y si tiene razón, lo admito.
Este ha sido el año de la confrontación con los actores políticos. ¿El que viene será el de la confrontación con los actores económicos?
No. El 2008 seguirá siendo de la confrontación política y aún más. Solo un insensato busca la confrontación, pero no nos engañemos: frente a un proceso de cambio es inevitable la resistencia. ¿O es que Alfaro hizo la revolución con el aplauso de todos? No hay que perder de vista que en el 2007 administramos un sistema que estaba vigente. En el 2008, con la Asamblea Constituyente, empezaremos a cambiar el sistema. Los grupos de poder van a poner mucha resistencia.
¿Dónde piensa que va a estar esa resistencia?
En ciertos grupos de Guayaquil, por ejemplo, que tienen afanes, no autonómicos sino separatistas y que habían hecho un feudo dentro del Estado. En esa élite de Guayaquil que se cree dueña de Salinas y que para castigarla (por la creación de la provincia de Santa Elena) no van a pasar allá el fin de año. También están las cúpulas de los partidos políticos que son mafias que no están dispuestas a perder privilegios. También determinados grupos económicos que han estado acostumbrados a no pagar tributos. Esos grupos acostumbrados a hacer lo que les da la gana se van a oponer con uñas y dientes a hacer un cambio.
Ud. está convirtiendo a la Asamblea en una herramienta más de su Gobierno y no en un organismo refundacional.
¿Quién razonablemente puede sostener que una Asamblea de plenos poderes no puede legislar? Estamos en un proceso de transición constituyente para tener poderes constituidos. Por eso, incluso yo, soy encargado del poder.
Pero usted le puso límites a los poderes de la Asamblea.
No señor. Yo le puse un límite ético, no legal, en base al respaldo político del que gozo. Ellos pueden hacer lo que quieran.
Pero ese límite ético no debería siquiera estar.
¿Por qué no, pues? Yo soy un actor político. Si la prensa dice que tiene legitimidad social para decir ciertas cosas, yo puedo decir que con el respaldo político y la legitimidad democrática que tengo también puedo imponerle a la Asamblea ciertos límites básicos y que vienen en el mandato que nos dieron en las urnas.
¿Y si ese respaldo se agota?
Se acaba el proyecto. Podremos avanzar en esta revolución ciudadana mientras contemos con el respaldo del pueblo ecuatoriano. Yo como persona perderé muy poco, pero como país perderemos mucho. Estoy convencido de que esta es la última oportunidad del Ecuador para tener un cambio democrático y pacífico.
¿Es consciente de que con su discurso ha exacerbado las tensiones sociales en el país?
Creo que he develado un conflicto que ha estado latente. Aquí se quiere hacer creer que vivíamos en un país de paz, de arcángeles y que vino Correa y empezaron los conflictos. Eso no es cierto y por eso no entienden nuestras victorias electorales, porque las mayorías silenciosas se identifican con nuestro discurso. Los conflictos han estado ahí. Estamos develándolos para remediarlos.
¿Un año en el poder le ha hecho más impaciente?
Hasta yo estoy sorprendido de lo bien que manejo el estrés, pero es verdad que algunas veces uno explota. Y aunque no me crea, también soy un hombre reflexivo, analizo y trato de corregir. Admito que exploto pero eso dura poco.
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