LONDRES (OTR/PRESS)
En todo buen cuento, el príncipe acude raudo en su carroza a rescatar a su amada allí donde lo precise. Sin embargo, el príncipe Harry, cuyo cualquier parecido con este tipo de personajes es pura coincidencia, llegó una hora tarde a buscar a su novia Chelsy al aeropuerto londinense de Heathrow, tiempo que ella aprovechó más por obligación que por ganas para deambular por la terminal o pasar el tiempo en una cafetería.
Chelsy Davy llegaba desde Johannesburgo a Londres tras más de nueve horas de vuelo con la esperanza de ver a su novio y, según algunas fuentes, prometido. Sin embargo, cuando pisó tierra alrededor de las 6.30 horas, allí no había nadie, según informaciones del periódico 'The Sun' recogidas por OTR/Press. La joven, de 21 años de edad, comenzó entonces una particular odisea a la espera del príncipe Harry.
Así, pasó unos 40 minutos en la Terminal 1 del aeropuerto londinense de Heathrow deambulando de un lado para otro de las instalaciones, maleta a cuestas, y manteniendo en algunos momentos una acalorada conversación a través de su teléfono móvil. Chelsy, nacida en Zimbabwe, se sentó a continuación en una cafetería a la espera de Harry, que terminó llegando vestido con vaqueros, camiseta y una gorra, flanqueado por sus guardaespaldas y con cara de pocos amigos.
Según declaraciones de los testigos presenciales, Chelsy tenía cara de "trueno" cuando llegó Harry, después de que éste acudiese con una hora de retraso. Él, en cambio, "parecía que se acababa de levantar de la cama".
REENCUENTRO
La pareja llevaba sin verse desde el pasado julio, tiempo en el que Chelsy precisó de una operación de apendicitis de la que se estuvo reponiendo hasta hace pocos días. Tras varios meses sin verse, y según las fuentes aludidas por 'The Sun', Harry y Chelsy pasarán alrededor de una semana juntos antes de volver a separarse, en una distancia que parece no haber afectado a la estabilidad de la pareja, pese a que uno vive en Europa y otra en África.
Hasta tal punto llegan los rumores sobre esta pareja que sobre ellos sobrevuelan peticiones de matrimonio que podrían hacer sentar la cabeza a uno de los príncipes más díscolos de Europa. Y es que Harry cuenta en su haber con altercados con la prensa, consumo de drogas, y disfraces cuanto menos polémicos, como cuando acudió a una fiesta ataviado con indumentaria nazi.
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