martes, 22 de mayo de 2007

Morir y ser expuestos en cuerpos plastificados

AP Dallas, EE.UU.


Promotor. El proceso fue popularizado por Body Worlds (Mundos Corporales).

Stace Owens no tiene intención alguna de abandonar este mundo cuando muera. Su deseo es que su cuerpo se preserve, al menos durante unas décadas, plastificado y exhibido en un museo o facultad de medicina.

El agente de bienes raíces, de 33 años, figura entre más de 7.000 personas que han accedido a donar sus cuerpos para su plastinación, un proceso mediante el cual los líquidos corporales son reemplazados por un plástico que al endurecerse deja intactos los tejidos y permite exhibir los cadáveres con su color natural y sin formol.
El proceso fue popularizado por Body Worlds (Mundos Corporales) de Gunther von Hagens, una controversial exposición de anatomía que pone a la vista del público a humanos inertes. Muchos cuerpos están desollados y diseccionados, con lo que sus órganos quedan expuestos.

Otros se mantienen intactos y se muestran en posiciones de acción dramática, como el caso de uno que posa como un basquetbolista a punto de saltar hacia la canasta o como un atleta en plena competencia.

“Siempre he creído mucho en la ciencia y en la medicina”, dijo Owens, de Dallas (EE.UU.). “Es como si devolviera algo al conocimiento”.

Pero algunos grupos han criticado la muestra al considerarla trivial, irrespetuosa y voyeurista. El anatomista alemán Von Hagens, de 62 años, fue quien desarrolló la técnica en 1977. Él insiste en que ayuda a que los visitantes entiendan cómo funciona su propio cuerpo.
Más de 22 millones de personas en 35 ciudades han visitado la exposición desde 1995, cuando se inauguró en Japón. Desde 1983, cuando comenzó el programa de donaciones al anatomista, 7.652 personas han accedido a donar sus cuerpos y 461 han muerto ya, anotó Georgina Gómez, quien coordina ese programa en EE.UU. y Canadá, para el Instituto de Plastinación de Von Hagens. La propia Gómez ha dispuesto que su cuerpo sea donado.

Owens, quien ha tomado varios cursos de anatomía y fisiología, dijo que se interesó por donar su cuerpo tras escuchar una serie de anuncios de radio sobre la exposición itinerante.

El ver la exposición simplemente enfatizó el hecho de que era lo que quería hacer.. “Para mí, esto fue realmente una celebración de la vida... El aceptar la plastinación representa que ayudaré al proceso educativo”, manifestó Owens.

Para los otros donantes, la plastinación representa una oportunidad única de mostrar su cuerpo después de la muerte. Susan Baxter, ama de casa de Fort Worth y con 49 años, afirmó que uno de los motivos por los que decidió donar su cuerpo es que se opone al gasto de miles de dólares en un funeral.

Además, hace unos 30 años le diagnosticaron endometriosis, un padecimiento en que el tejido que reviste el útero crece fuera de este órgano, y opinó que la gente podría aprender algo sobre la enfermedad si su tejido se preserva y exhibe.

Cuando Owens y Baxter mueran, sus cuerpos serán enviados, con un costo para los propios donadores, a una instalación embalsamadora en California y luego al Instituto de Plastinación, con laboratorios en Alemania y China.

Definitivamente pedimos a los donadores cierta información sobre cómo les gustaría que se les plastificara, indicó Gómez, pero el instituto no puede garantizar la forma en que el cadáver será exhibido.

Gómez calcula que la mitad de los cadáveres donados se usa en exposiciones y la otra mitad en instalaciones médicas para la enseñanza. Algunos se vuelven especímenes de cuerpo entero, un proceso que lleva más de un año en completarse, con un costo de entre 40.000 y 60.000 dólares.

Von Hagens y Gómez informaron que su instituto se mantiene en contacto con los donadores, mediante cartas y reuniones regulares, así como expidiéndoles una tarjeta, la cual se adjunta al certificado de defunción cuando esta ocurre. Algunos museos han integrado un panel de ética antes de aceptar la exposición, a fin de cerciorarse de que todos los cadáveres fueron donados voluntariamente.

Algunos reportes han señalado que Von Hagens utilizó los cadáveres de prisioneros chinos ejecutados. Pero en el 2004, los fiscales alemanes desecharon una investigación sobre esas versiones, pues no encontraron evidencias al respecto.

Carol Taylor, especialista en asuntos éticos de salud en la Universidad de Georgetown, en la capital estadounidense, señala que el único objetivo de la exposición es un entretenimiento comercial. Baxter y Owens discrepan con él.

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