MADRID.- Un pequeño animal, cuya apariencia está entre la de un gran roedor y un antílope, es el eslabón perdido entre las ballenas y aquellos mamíferos carnívoros de cuatro patas que, según todas las pruebas, fueron sus antepasados directos sobre la Tierra.
Los restos fosilizados del extraño animal, bautizado como 'Indohyus raoellidae' por sus descubridores, aparecieron en un yacimiento en la región india de Cachemira.
Para sorpresa de los investigadores, encontraron un gran número de huesos de hace 48 millones de años, la época en la que se sabía que se produjo el salto de algún mamífero carnívoro de cuatro patas al agua, donde comenzó a evolucionar, muy lentamente, hasta convertirse en el gigantesco cetáceo que hoy se pasea por los océanos del planeta.
Durante más de 15 años, el profesor Hans Thewissen, de la Universidad de Ohio (Estados Unidos), ha logrado identificar un gran número de fósiles intermedios que documentan la transición de la tierra al mar de estos animales.
Thewissen, que ya había visitado Paquistán y el norte de India en anteriores campañas, localizó en Cachemira un yacimiento que acumulaba cientos de huesos del 'Indohyus', un mamífero entre zorro, rata y un pequeño ciervo.
Con el estudio detallado de cada una de las piezas, encontraron que sus dientes y sus orejas eran muy similares a los que actualmente caracterizan a las ballenas. Así lo publican hoy en la revista especializada 'Nature'.
Pero no se conformaron con esas similitudes físicas. Además, el equipo descubrió que el 'Indohyus' tenía sobre los huesos una piel mucho más gruesa que otros mamíferos de su tamaño. Thewissen y sus colegas argumentan que no es cierto, como se pensaba hasta ahora, que las ballenas se hicieron acuáticas para comer pescado, dado que este animal se movía en el agua pero se alimentaba de plantas. Su cambio de dieta hacia la caza de animales llegó más tarde.
Como prueba de que un pequeño ciervo puede vivir en el agua, los investigadores recuerdan que existe en África una especie que tiene algunas similitudes con el ancestro de las ballenas. Se trata del Chevrotain acuático africano, también conocido como el ciervo-ratón, que salta al agua cuando siente cerca un peligro y es capaz de permanecer largo tiempo sin salir. Ese animal vive cerca de las corrientes, pero come en tierra.
El 'Indohyous', según los investigadores, no era un experto nadador, pero si vadeaba aguas bajas. Sus pesados huesos le hacían de lastre para mantener sus patas en el fondo.
De ahí que especulan que el gran cambio evolutivo que dio lugar a los primeros cetáceos no fue la adopción de una vida acuática. «Nosotros proponemos que el acontecimiento que definió sus orígenes tuvo que ver con el cambio de la dieta, que fue posterior. Es algo que se concluye del estudio de los dientes y el cráneo», señalan.
El historial de Thewissen en la búsqueda de parientes lejanos de las ballenas es bien extenso. El paleontólogo descubrió, en 1994, los restos de lo que fue una ballena anfibia, la 'Ambulocetus natans', considerada el primer antepasado acuático de la especie. Años después, en 2001, volvió a sorprender a la comunidad científica con la descripción de la ballena más antigua conocida, la 'Pakicetus attocki'. Ahora, con el 'Indohyus' complementa la muestra de la historia de los mamíferos acuáticos.
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