No solo el transporte aéreo se renueva en Guayaquil. La edificación entra al nuevo siglo con un espacio contemporáneo.
En la ciudad más grande del país donde viven ecuatorianos de todas las regiones es una prioridad la necesidad del transporte dentro y fuera del cantón y de la provincia. Para cubrir este requerimiento de los viajeros guayaquileños, ya sea que se movilicen por turismo o negocios, en octubre de este año será entregada la remodelación de la terminal Jaime Roldós Aguilera en su totalidad.
“Mejorar la calidad espacial y ambiental, tanto del interior como del exterior, y lograr proyectar una imagen contemporánea del edificio… que posibilite cambios y crecimiento futuros”. Así describe el principio del diseño el arquitecto Clemente Durán Ballén. Junto a su estudio de arquitectos, que lleva su nombre, se encarga de la dirección arquitectónica de la “nueva terminal”, basándose en los conceptos de sus colegas uruguayos del estudio Gómez Platero.
Otras ideas principales incluyen la mejora de la funcionalidad y seguridad de este proyecto, disminuir las congestiones vehiculares y peatonales.
En la planta baja de la estructura se incluirán dos zonas, una comercial y el pasillo donde se ubicarán las boleterías de cooperativas de transporte intercantonal e interprovincial.
Comercio y transporte
Para Durán Ballén la obra terminada contará con un área comercial parecida a cualquier mall o centro comercial con locales y un pequeño patio de comidas. Además, las boleterías de los transportistas estarán próximas a esta área, pero sin que se encuentren en el mismo ambiente. En la planta alta, nivel 625, estará la zona de andenes de salida con sus respectivas salas de espera y algunos locales comerciales, gastronómicos. Se planea que este segundo piso sirva para buses intercantonales e interprovinciales.
El arquitecto explica que hay un tercer nivel, conocido como nivel 1225, donde se ubican andenes de salida para buses interprovinciales con salas de espera, negocios, lugares de venta de comida. Pero hay una separación de andenes porque los de llegada están en la planta baja. La repartición de espacio, tres plantas, se hace en un área de construcción de 150.000 metros cuadrados.
Existe un área de mezanine que comprende oficinas y pasarelas técnicas para mantenimiento, también hay unos niveles de mezanine intermedios entre los niveles 625 y 1225.
Durán Ballén añade que en lo que se denomina nivel 19 hay un espacio importante para las oficinas de la Fundación Terminal Terrestre y una azotea que sirve de cubierta y para almacenar equipos mecánicos.
Cubiertas y materiales
Las cubiertas livianas son un elemento muy importante de la fachada que dan al edificio de la terminal su aspecto contemporáneo con estructuras metálicas visibles y unas dos como alas que corren en sentido este-oeste. El metal no solo se usa en estructuras para cubrir el nivel 1225, sino también para los accesos en planta baja y el patio de comidas. El material principal de la construcción es el hormigón armado, están las estructuras de metal, pisos de porcelanato con algunas franjas que llevan algo de granito y algunos detalles en otros materiales.
Durán Ballén destaca que las fachadas son enlucidas y con pintura elastomérica. Incluyen detalles de herrería que son básicamente elementos para proteger del sol los ambientes interiores. La durabilidad, el bajo mantenimiento y la estética fueron claves para la selección de los materiales para acabados y detalles. El arquitecto reconoce que el tipo de arquitectura de la terminal, en el uso de materiales actuales, la hará un icono en la ciudad.
Es decir que la terminal posee una presencia, importancia y diseños acordes al desarrollo urbanístico de lo que ahora conocemos como Guayaquil del siglo XXI. Funcionalidad y seguridad son claves que Durán Ballén aprecia en el proyecto elaborado por el estudio Gómez Platero. Junto a la arquitecta Diana Moreno, reconoce que se habla de una remodelación y por ello se ha respetado la forma existente, aunque la intervención es evidente.
Las estructuras metálicas que sostienen la cubierta son uno de los detalles que no puede dejarse de lado. Son una especie de árboles (tubos metálicos de diferentes diámetros) que con sus ramas abiertas soportan la cubierta de todo el edificio. La curvatura, sobretodo la de las cubiertas que dan hacia el norte y hacia el sur, se ilumina desde debajo para que en la noche la cubierta total realce la presencia de la terminal. Además el edificio posee colores neutros (varios tonos de grises).
Ojo al detalle
La nueva terminal terrestre posee ciertas áreas verdes, pero no muchas, por estar en un entorno de constante movimiento desde y hacia el edificio. Hay una plaza frente a la terminal donde se reciben buses urbanos y a través de ella mucha gente accede al local. Otras pequeñas plazas también se colocan frente al sitio de paso para buses y personas e incluyen algo de jardinería, aunque el espacio para áreas verdes no es tan grande por tratarse de una zona de dominio vehicular y de tránsito.
La dirección arquitectónica a manos de Durán Ballén, Diana Moreno y otros dos arquitectos, además de un personal de soporte, comenzó desde el inicio de la construcción en noviembre del 2005 y no cesará hasta que la obra se entregue en octubre de este año, como se ha ofrecido.
En cuanto a seguridades durante la construcción (obreros y materiales), los arquitectos admiten que esas normas las deciden a partir de la fiscalización, la constructora encargada y los asesores ambientales.
La Fundación Terminal Terrestre exige que todos los que intervienen en la obra sean considerados en las disposiciones de seguridad, como usos de cascos y seguros de vida.
El avance en el edificio es visible, reconoce Moreno, ya que las obras a nivel de estructura están prácticamente terminadas. Durán Ballén añade que los trabajos por iniciarse a corto plazo son los de acabados e infraestructura eléctrica y sanitaria, que ya están avanzados.
“Esta es una terminal moderna… fundamentalmente se va a ver como un diseño muy sobrio, muy funcional, muy acorde a los requerimientos que un edificio como este demanda”, dice Durán Ballén.
Se están planteando unos tragaluces en el gran domo, en la gran bóveda central, que permitirán el paso de luz natural y los interiores serán iluminados como lo requiere un espacio de este tipo, según ambos arquitectos. Diferentes iluminaciones para diferentes sitios, según lo demande un área determinada. También hay una iluminación reflejada en la cubierta que da presencia a la terminal durante la noche y la hará notoria de acuerdo con su ubicación.
Servicio al público
Según la Fundación Terminal Terrestre, en la actualidad se recibe aproximadamente a 42 millones de personas al año, de domingo a jueves son 122.000; y viernes, sábados y feriados, 190.000.
Ya desde el diseño estructural, el reforzamiento y las nuevas estructuras se contempla la prevención de desastres naturales. La Fundación tiene su personal de vigilancia y seguridad que evitará los robos a los usuarios. Moreno destaca que habrá cámaras de seguridad, circuito cerrado de televisión que cubre toda la estructura. Clemente Durán Ballén menciona el sistema de prevención de incendios y la señalización para facilitar evacuar las instalaciones.
Además, la nueva terminal incluye un Supermaxi y un centro médico.
Existen alrededor de 42 millones de usuarios (los que al año necesitan del transporte terrestre) que esperan disfrutar de los servicios complementarios y poder viajar sin preocupación alguna. A la ida y vuelta Guayaquil se manejarán de forma ordenada mediante la renovada terminal.
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